Sindicato del Seguro

Al izquierda Jorge Alberto Sola (Seccional Santa Fe Sur)

EL TIEMPO DE CAMBIAR

"Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, tenemos al menos el derecho de imaginar el tiempo que queremos que sea".

El tiempo en que la moral de un grupo no se apropie de la conciencia de los individuos convirtiéndose en moral hegemónica.

El tiempo de llegar a la legitimidad por la vía de la legalidad.

El tiempo de que la subjetividad deje de ser una institución.

El Tiempo de cambiar esa ilusión de individualidad correlativa al concepto de igualdad. Ilusión de que todos pueden participar del sistema y de sus beneficios recurriendo, al soborno, al “influyentismo”, al “amiguismo”, resquicios que ofrece el sistema para satisfacer, por lo menos en parte, los anhelos individuales de afirmación por el poder, sustitución de los deseos originarios y prohibidos por los deseos moldeados por el sistema y ocultamente permitidos.

Es la transgresión eficaz velada tras el discurso oficial, la tolerancia de conductas que no subvierten el orden porque van en su mismo sentido y porque desfogan la energía inhibida por la represión en otras esferas de la vida cotidiana, y todo esto es, de tanto permitirse “secretamente”, la existencia de un “derecho” marginal no legislado pero que opera prácticamente con la única condición de que no se haga público en ningún momento; por el contrario, las declaraciones políticas del grupo dominante, lo niegan constantemente como medida de legitimación, y si resulta necesario, se levantan consignas como la “renovación moral”.

Cuando en realidad el alto status personal, el prestigio social, es el resultado de las diferencias creadas por estas prácticas y operadas lo más clandestinamente posible, si no en todos los casos, si en muchos de sus más claros ejemplos. Si bien es cierto que subsiste, como parte de la ilusión, la creencia de que todo aquel que lo quiera y que se lo proponga, podrá aspirar y lograr el mismo status y hacerse merecedor del reconocimiento social, en ello estriba la igualdad. Cuanto mayor sea el acceso de las personas a esos activos, prestaciones y reconocimiento, mas posibilidades existirán de participar efectivamente en las instituciones políticas, de ejercer su libertad en el emprendimiento de sus proyectos.

En otros términos, por ejemplo, la existencia de una libertad de expresión y asociación más extendida y una mayor igualdad para ejercer los derechos políticos posibilita la presencia más significativa de aquellos grupos excluidos de la toma de decisiones que inciden sobre las políticas que puedan favorecer el bienestar y su reconocimiento. El tiempo de no fetichizar. El fetiche (la sustitución de un objeto que se ha perdido por otro al cual se le atribuyen las cualidades de aquel), es tomado en el sentido de mito; fetichizar es convertirlo en un mito, tomarlo por lo que no es en realidad, ya que se está empleando el término mito no en su significado positivo de revelación de algo sagrado sino como distorsión, como elemento negativo que oculta intencionalmente el verdadero sentido de las cosas.

Hemos citado a Freud, Martins y sus reflexiones de los tiempos, de la moral, del poder, de la ilusión, de la participación, de la libertad de expresión, de una mayor igualdad para ejercer los derechos políticos. Desde hace algunos años en la Seccional Santa Fe Sur del Sindicato del Seguro de la República Argentina vienen ocurriendo un sin fin de arbitrariedades y atropellos sin que nadie lo frene, lo que acaba de suceder ahora expone a las claras que estamos cercados por un tiempo que no da más lugar para desentendernos de las consignas referidas.

El compañero Abelardo Azziani seguramente quiso llevar a la práctica sus ilusiones, su moral, sus ideas políticas, pero se encontró con un poder absoluto, de conductas intolerantes, de un “derecho” marginal no legislado, donde las normas no se respetan, todas violaciones permitidas “secretamente”. Es la transgresión eficaz velada tras el discurso oficial. Es la mediocracia sistematizada donde funcionarios (que nada hacen bien, pero a nada renuncian), hacen alardes de soberbia ocultando así la servilidad subordinada a los gustos de su dueño, pensando y sintiendo como él lo ordena, no aboliendo su personalidad, pero poco les falta, transformándose en los fetiches de siempre o también llamados "cobardes felices", la que lleva a la creación de idiotas útiles como los que nos representan.

Jorge Alberto Sola es un claro ejemplo de esa mediocracia. Como buen alumno servil, realizó la tarea encomendada, traicionar la seccional que lo vio parir. Hoy a nadie debe sorprender lo que se trama dentro de este siniestro sistema, que sabe como hacer trepar personajes, cubriendolos de poder y encargándoles la tarea de anular el acceso a dirigentes de su terruño. Llámese Lopez Guerrero, Eschoyez y hoy el compañero Abelardo Azziani, todos caídos en desgracia por la conducta ambiciosa y soberbia de un accionar al que no le brindé la oportunidad de ser yo también un pascualito más de espurios intereses.

"El hombre excelente se reconoce porque es capaz de renunciar a toda prebenda que tenga por precio una partícula de su dignidad". Para estos individuos la dignidad tan solo es una cosa, pero a no olvidarse que: “Cuando la ambición y la soberbia superan a la inteligencia, a la corta o a la larga conducen al fracaso”.

Dios existe entre nosotros y a pesar de ciertas conductas no debemos desesperanzarnos, la Ilusión de que un gremio mejor es posible se asoma por estos tiempos cada vez con más expresión masiva. Se vislumbran tiempos de cambios ante la existencia de grupos que hasta hoy fueron excluidos de la toma de decisiones.

Carlos Gutierre

“Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, tenemos al menos el derecho de imaginar el tiempo que queremos que sea”. Imaginamos el tiempo sobre políticas que puedan favorecer el bienestar de los trabajadores y su familia, pero sólo de los trabajadores dependerá el cambio y el tiempo para que así sea.

El Trabajador de Seguros

Por un Gremio Feliz y Solidario